jueves, 12 de mayo de 2016

Enciclopedia cibernética

-¡Infórmate!
-¿Cómo?
-¡Que te informes!
-Ya, ¿pero cómo?
-Abre internet. Busca en Facebook, hay mil páginas que lo explican todo.
-Dicen que el fuego moja.
-¡Qué certeza! Te acatarras si te quemas demasiado.
-Dicen que la vaca relincha.
-Todos los días, a todas horas, miles de vacas inocentes claman al cielo con cien mil relinchos de libertad.
-Dicen que el cielo es verde.
-Salvo con la aurora boreal, que se vuelve azul.
-Dicen que los científicos mienten, que uno más uno no son dos.
-Evidentemente, porque suman siete.
-Esto... 
-¡Te dije que te informases! ¡Rápido! Tú consume información, lee rápido y asimila: piensa poco. Debora comentarios inútiles y da tu superior opinión, porque nadie sabrá más que tú de una materia después de ver un vídeo de cinco minutos en Youtube.  Da igual que alguien estudiase diez años una materia: tu vídeo es mucho mejor. Cree todo lo que veas. No sientas lástima por quienes opinan diferente a ti. Empatiza sólo con lo que tú quieres: viola la etimología última de la palabra. Olvida que puedes equivocarte, porque, ¡No puedes equivocarte! ¡Juzaga, juzga! Juzga sin respeto, porque no merece respeto quien no es de los tuyos. Haz lo que te digo, ¡y pronto! Mira lo que he aprendido: el viento calienta, el huracán construye, el terremoto afecta al cielo, la planta da sus frutos cuando se lo pides, el perro maulla, las vacunas no funcionan, los pájaros vuelan sólo por miedo y el instinto no existe, sino que es un invento de un par de pirados.
-Creo... que me voy a leer. 
-¡Muy bien! ¡Y recuerda! ¡Todos los libros se empiezan a leer desde el final! Pero no entiendo para qué haces eso, pudiendo poner otro vídeo en Youtube.



jueves, 4 de febrero de 2016

¡A la carga!


-¡De frente, soldados! ¡Hay una batalla que luchar!

Cargaron con fuerza, embistiendo con la energía de un huracán, barriendo al enemigo sin brindar cuartel a la duda. En sus uniformes blancos, llevaban manchas rojas, manchas de la carne del enemigo -que eran las como las carnes propias, solo que más corruptas. Aquella era una guerra civil sin cuartel: células contra células. Quienes habían sido hermanas, ahora se enfrentaban sin dejarse lugar la una a la otra. Era cuestión de subsistencia: o vivía el bien, o vivía el mal. No existían los grises. El enemigo, se había construido un castillo sustentado en sangre y en la capacidad de multiplicarse a sí mismos a cada momento, haciéndose más y más numerosos a cada instante. Los buenos, solamente se aferraban a la naturalidad que supone el vivir. 

Qué diferencia de armamento tan colosal.
 
Qué enemigos tan poderosos aquellos que nacen de tus mismas entrañas. 

Y todo esto sólo a escala microscópica.  El soldado, condecorado ya en numerosas batallas, ofrecía su brazo a unos químicos que podían suponer la diferencia entre vivir o morir; él era la escala macroscópica de aquella lucha sin cuartel. El apoyo que la quimioterapia estaba ofreciendo, era casi tan grande como el que la doctora, imbuida en su invencible bata blanca,  aportaba con sus palabras, con su sonrisa afable. Era la general de aquella guerra que nunca debería haberse desatado. 


Una mano, sostenía la del soldado. Su madre, su madre… ¡Ay su madre! Siempre son las mujeres quienes en todas las guerras se habían quedado en el puerto, esperando por ver a sus hijos volver de una contienda, pero ahora su madre, la más luchadora de todas las mujeres del mundo, le daba la mano en la orilla misma de su improvisada Normandía. Seguía sosteniéndolo cuando todo decía que no, cuando todo era negro. Era comandante de la marinera flota de la energía. 

Fuera de la pequeña sala donde estaban, sus hermanos esperaban sentados, mientras que su mujer esperaba en casa, con sus hijos, a que volviera.  Aquel día no había ido, pero estuvo el primero, a su lado. El soldado sabía bien que estarían cada día, hasta que no hubiesen más días por contar. Las sonrisas de su sangre en otros cuerpos, eran capitanas de cada motivo que hubiese en el mundo para vivir.

Cómo no iba a luchar, cuando la recompensa eran las mil medallas de sus besos. Cómo no iba a seguir allí, de pie, aguantando los disparos que le lanzaba su propio cuerpo, cuando el trofeo de la alegría estaba frente a él, aguardando.

No existía un Dios que pudiese bajar del cielo, a decir a aquel pelotón, tan particular, y tan común -desgraciadamente- que la guerra no podía ganarse, que la fe debía perderse. Malditos sean mil veces quienes cortan las alas a los aviones de la ciencia, capaces de lanzar misiles mortales a los enemigos de todos. Malditos mil veces quienes claman al cielo: "¡Sacrilegio!" cuando un médico habla verdades.

Bendito ejército del bien, que enarbola la bandera de la esperanza, para luchar contra aquel demonio con nombre de cangrejo, llamado cáncer. 



lunes, 19 de octubre de 2015

Debatir.





Debatir 

Del lat. debattuĕre 'batir, sacudir', 'batirse'.
     1. tr. Dicho de dos o más personas: Discutir un tema con opiniones diferentes. U. t. c. intr.

El debate, es una tradición clásica. Nuestros tataramuyabuelos, los griegos, lo hacían hace ya muchos años. Pero no vengo a contarte eso, la historia de la filosofía está escrita, cualquiera puede acceder a ella, por mucho que les pese a algunos. Si bien este vuelve a ser otro tema. No, yo vengo a hacer algo más nimio, algo mucho más simple y sencillo que hablar de historia. Ya sabéis -espero-, la historia es una mezcla entre arte y ciencia, y ambos campos, lo siento, son para mí demasiado complejos. Ya retomaré este párrafo un poco más adelante, y me entenderás.

Yo vengo a hablar de perversión: perversión absoluta de la naturaleza. Y es que, de un tiempo a hoy, estoy asustada. De corazón os lo juro, muy asustada. Se está cometiendo una atrocidad innombrable contra una especie animal, que lleva siendo explotada desde los albores de los tiempos. Hemos cogido a estos pobres animales que me quitan el sueño, los hemos sacado de su medio natural, y los hemos engordado y cebado, como si no tuviesen otro fin posible. Hemos tomado su esencia más ínfima y la hemos tornado simple, vaga, como si únicamente estuviesen codificados para cumplir con una función invariable. Hemos llenado su mundo de variables por constantes. Os hablo, sin duda, del ser humano. No me miréis mal, sé que no todos los seres humanos tienen la suerte de comer todos los días- pero este es también otro tema digno de honda reflexión.-. Os hablo del ser humano de las sociedades primermundistas, de ti y de mí. Te pregunto, a ti que me lees, ¿Cómo nos estamos haciendo esto?

Quisiera ilustrar el planteamiento por el que llamaba tu atención-si es que alguien llega a soportar mi verborrea hasta aquí-. Ayer, en televisión, se mantuvo un debate entre dos políticos, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Caras nuevas, debatiendo, de cara a unas elecciones. Mi valoración del debate, está fuera de este texto. Mi valoración, va a un extracto de un texto de Arturo González, que leía esta mañana mientras me tomaba el café, y os cito: El debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias alcanzó una cuota de audiencia del 25,2 %, cifra de fútbol o de Gran Hermano, superando ampliamente el récord histórico del programa SalvadosOs lo pongo masticadito, en negrita y cursivas. Dudo de la necesidad de llamar a Holmes para que os solucione qué huele ahí a rancio ¿eh? Insisto, no voy a meterme en políticas sobre partidos o sobre qué demonios se dijo, o si quiera si yo misma votaría a alguno de estos sujetos -¿Votaría yo?-. 

Como decía Marco Aurelio, es necesario preguntarse de las cosas qué son en sí mismas. Y nosotros somos, permíteme que use la palabra, citando a la RAE de nuevo: 

Gilipollas     
     1.  adj. malson. Esp. Necio o estúpido. Apl. a pers., u. t. c. s.

La semana pasada, vi cómo curabais el cáncer con frutas mágicas seis veces, y leí unas tres veces sobre los motivos “científicos” por los que la leche produce esa enfermedad innombrable. Me informasteis, con carteles muy amarillistas, sobre por qué no merecemos la pena como especie, y somos únicamente buenos para maltratar perros, porque todos somos monstruos hijos de puta sin corazón. Vamos, que decir eso de: “Homo homini lupus” era quedarse tan corto como un gnomo con enanismo, señor Hobbes. Tendría que ver usted los montajes “informativos” de ciertos colectivos. La semana pasada leí, unas diez veces, frases aplicadas a un autor que jamás dijo tal cosa, como también soporté que se llamase insensible a un premio Nóbel por decir que, con quince años leer El Quijote le pareció tortuoso, como si quien criticase lo hubiese leído, o lo suyo fuese lo absoluto. Soporté, más de lo debido, vejaciones de todo tipo por mis intereses culturales. Una cosa es que te digan, razonadamente, los porqués de una cosa, y otra muy diferente que te llamen directamente “asesino” por ello. Y después de todo esto, he visto carteles de contenido “político” donde se repetía una consigna racista, misógina, absurda o peyorativa hacia colectivos, sin que nadie dijese ni mú, y sin que nadie dijese una palabra en contra, de hecho aplaudiendo esa idea absurda, sin llegar al más allá de la cuestión, sin plantear dudas, sin preguntarse nada. El debate más inteligente que leí en una red social, la semana pasada, tristemente, era sobre la búsqueda de capacidad de raciocinio en ciertos homínidos, quienes vivían encerrados en una casa invadida de cámaras, mientras el 25 % de cierta audiencia observa. La audiencia que no, tenía internet, y perdía su tiempo quejándose de la incultura de otros, mientras no era capaz de preguntarse a sí mismo sobre la propia.
 
Ahora sí, quisiera volver al debate como concepto del cual hablaba en el primer párrafo, y la deshumanización que mencionaba en el segundo. No vengo a defender una idea de gente con o sin estudios, una idea de gente que consume cierta televisión u otra, a meterme en el infinito mundo de la izquierda y la derecha, a hablar de animalismo o humanismo. No, no. El mundo de las ideas era mucho más grande de lo que pudo imaginar Platón como para hundirnos en esos lodazales placenteros. Pero le pido ayuda, a nuestro insigne filósofo, y le pregunto a él, y no a ti que me llevas leyendo -¿De verdad has llegado hasta aquí? Eres increíble.-: Platón, ¿Cómo puede caber tanta gente en una cueva? ¿Cómo es posible que la reflexión, la duda, la búsqueda de información verídica, la preocupación social, la preocupación política, hayan sido sustituidas por la credulidad infinita, la creencia ciega, el convencimiento de que todo lo que se lee es cierto y el desentendimiento del mundo? ¿En qué momento, mi buen señor, nos hemos vuelto tan perezosos? ¿Cuándo nos hemos convertido en animales de cebo, alimentados por pretensiones vacías? ¿Cuándo le vendimos a nuestros caprichos nuestros sueños?

No creo en Dios, pero si lo hiciera le pediría que nos salvase de nosotros mismos. Ojalá pudiese creer que el hombre, es un lobo para el hombre. Así quizá, tendríamos conciencia de manada y mantendríamos nuestros instintos más básicos, y no los más bajos. 


martes, 25 de noviembre de 2014

Silencio.

Silencio.

Silencio que enmudece, que ensordece, que mutila y que araña.

Sólo silencio.                         

Le silbaba en las orejas, le besaba en cada milésima de inseguridad, le acariciaba las manos temblorosas, le arrancaba de entre los recovecos del alma el valor y le pintaba, en su imaginación, mil escenas de abrazaos tiernos, promesas rotas y golpes mudos.

A ella el silencio siempre la había matado un poco por dentro, pero desde hacía unos meses, la estaba matando desde fuera. Esperaba, en la cama, y a medio tapar, temblándole hasta el pensamiento, rezándole, a ese Dios que no la escuchaba, porque hoy se quedase dormido sin mirarla. Pedía a su Señor, pedía con el ojo morado cerrado, por mucho que doliese, para que el señor de la casa no hiciera gala de fuerza, para que no quisiera probar que era más que ella, más que nadie, más que el mundo al completo.

Silencio.

Silencio que vaticinaba el chirriar de las bisagras de la puerta. Silencio de plaza de toros a la hora de la suerte definitiva, silencio de espanto, silencio de muerte. Ella en silencio, el mundo en silencio mientras la niña dormía en el cuarto de al lado, ¡Y Dios que no se despierte cuando su padre llegue!
Y cuando murió el silencio, cuando ella notó a su alma vibrar al compás de sus pasos por la escalera, donde nunca se hubo movido, donde nadie podría haber hecho nada por condenar su situación, estiró el brazo. Estiró el brazo, 016 garabateó, veloz, en el relieve de su teléfono.


Sociedad denunció su situación. Sociedad llamó, por Soledad, por Angustias, por Milagro, y, sin ser un milagro, por Remedio, puso fin. Que la niña, Alegría, que dormitaba en el cuarto de al lado, despertase si quería. 


sábado, 18 de octubre de 2014

Lazos

Me gustaría haber sido un nudo.

Poder haber tenido el poder marinero de atenazar al muelle aquel galeón que flamante esperó, para que lo bautizara María algún capitán,  de apellido Colón por ejemplificar el caso.
Quién pudiera haber atenazado cuan dulce nudo nervioso, la garganta de Luther King antes de que bramase que tenía un sueño, o haber apretado demasiado las tripas a  Adolf Hitler, antes de haber si quiera pensado sus mil y una atrocidades.

Haber sido nudo.

Haber sido nudo en la corbata del escritor humanista que recibe, octogenario, un  premio por su labor. Ser nudo de cuerda de salvamento que al montañista hace renacer. Ser nudo simple, doble, con solución o sin ella, corredizo o doble corredizo, nudo margarita o el nudo hosco que da vida a las ramas del roble.

Ser nudo y atar sin infinidad.

Ser nudo y de todos ellos, un lazo.

Ser el lazo que ata el pelo rubio de la niña que sale a jugar al parque. Ser el lazo histórico que une América con Europa a base de sangre (no se sabe si derramada o filogénica).Ser el lazo de color de aquellos que sufren lo que no se debe padecer nunca, o ser el bendito lazo que ata, sin remedio ni posibilidad a réplica, a dos personas que se quieren.

Ser lazo, ser lazo nada más.

Me habría gustado ser lazo y que me rompiesen si hubiese sido el que une a las parejas y al maltrato, a perros con el abandono, al verano con su final, a los amigos con la hipocresía y al miedo con la muerte.


Pero si me diesen a elegir uno, un solo lazo para ser, juro a ese Dios en el que no creo ,que habría sido al que une al hombre con la cordura, porque solo sé jurar que las locuras más grandes que he visto, siempre se cometieron por defender razones, y nunca corazones. 


viernes, 15 de agosto de 2014

Se equivocó el zorro.

El zorro pensó que solo el hurón robaba. Nunca se paró a mirar si el pelo de su espalda acumulaba demasiados rencores tomados sin permiso ni ideal.  

El zorro se dormía soñando que solo sus fauces escupían la verdad única, mientras propagaba a los cuatro vientos con el agonista cuervo que no existen verdades absolutas.

El zorro habría matado a Caperucita por llevar al viejo lobo siempre pegado a los talones, “¡Pobre chucho enamorado!”  Exclamaba, mientras lamía las patas del león en busca de falsa aprobación.

El zorro se pensaba astuto por vivir rodeado de zorros que en nada se apreciaban realmente.

Creyó que lo bueno era lo malo,
Que lo hipócrita, lo franco.
Se equivocaba.             
                                                  
Por fingir ir de frente iba de espaldas
Creyó que amigo era enemigo.
Se equivocaba.  
Se equivocó el zorro.

Se equivocaba.